domingo, 9 de diciembre de 2018

El primer viaje en dos ruedas

Todo empezó después de ese día, fue pésimo… Nada salía bien, estaba agotado física y mentalmente. Tenía unas locas ganas de escapar, todavía no sabía bien donde, solo quería tomar mi moto y arrancar de la realidad.

Recordé lo que todos me decían: “no salgas en moto, es peligroso”; “te puedes caer”; “algo te va a pasar”. Todo el mundo me recordaba el riesgo que corría al tomar mi moto y arrancar de todo…

Sin importarme más, decidí tomar mi moto y partir sin rumbo definido a donde me llevara, olvidando las palabras de mis cercanos.

Antes de partir, tuve que instruirme de todo lo necesario para poder emprender el rumbo solo en compañía de mi fiel compañera, mi moto.
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Empecé leyendo muchos foros de otros viajeros en dos ruedas, llenándome de ilusiones ante el viaje que emprendería. Tomé muchos consejos, como por ejemplo llevar las herramientas necesarias ante cualquier eventual percance que pudiera ocurrir, contar con ropa de protección para el viento y la lluvia, además de siempre llevar una carpa (la mejor compañera de viajes en moto) por si no se puede continuar la ruta.
Y de un momento a otro tomé la decisión, preparé un bolso con todo lo necesario para poder vivir 2 semanas solo con la compañía de mi nueva Kawasaki Versys 650.
Decidí emprender rumbo hacia el sur, empezó la gran travesía soñada… Íbamos super bien por la ruta 5, hasta que tuve que parar en el primera peaje, donde me di cuenta que no contaba con dinero a mano para poder pagarlo, generando un taco a todos los viajeros que estaban detrás de mi en la caseta de pago.
Una vez pagué el peaje, decidí tirarme hacia la orilla para dejar efectivo a mano para no caer en lo mismo…
Seguimos el recorrido, junto con mi compañera nos tocó divisar los diferentes micro climas en las distintas zonas del país, mientras más al sur llegábamos, el viento se ponía aún peor. El miedo que sentía era grande, pasaba por el lado de otro vehículo y me desestabilizaba fuertemente… Ahí fue cuando decidí parar, sin darme cuenta había manejado por más de 10 horas seguidas encontrándome en el extremo sur del país. Recuerdo que junto a mi moto, entramos a un pueblo llamado Neltume, todos sus caminos eran de tierra y los paisajes a su alrededor eran maravillosos. Decidí detenerme a comer algo y me encontré con un motero de Argentina.
Después de un gran almuerzo juntos, compartimos las experiencias de viaje y decidimos avanzar un poco más hasta la reserva ecológica de Huilo Huilo donde nos quedaríamos a acampar. Llegamos al conocido “Camping Huilo Huilo” y nos instalamos en el lugar con la mejor vista de la zona.
Pasamos una semana ahí, yo con mi fiel Kawasaki Versys 650; y Sergio, mi amigo argentino, con su Kawasaki KLE 500. Emprendimos rumbo por los diferentes atractivos de la zona, recorrimos diferentes caminos, algunos más complicados que otros. Aún recuerdo cuando íbamos ascendiendo hacia el Volcán Choshuenco y empezó una lluvia torrencial, ahí tuve aprender a conocer mi moto y hacerla parte de mi, fue una experiencia única e inigualable. Sentí temor por algunos minutos, pero nada comparado con esa satisfacción y adrenalina que me daba mi moto.Resultado de imagen para versys en tierra
Una vez pasado el tiempo, después de vivir aventuras únicas, decidí emprender mi viaje de regreso a la capital, a la realidad. Con Sergio nos separamos y cada uno inició el regreso a casa, sabiendo que la escuchada tantas veces “hermandad motera” no era falsa, si no algo real, y con lo cual ambos sabíamos que a futuro podríamos contar el uno con el otro, las motos para algunos no son solo un medio de transporte sino una pasión, una forma de vivir.
El camino de regreso fue tranquilo, si bien tocó mucha lluvia, ya me sentía un experto dominando la moto bajo esas condiciones. Fueron 11 horas de manejo intenso, solamente parando para recargar combustible y comer algo.
Cuando llegué a mi hogar, mi familia me esperó con los brazos abierto y felices de que estaba de regreso de manera íntegra, “en una sola pieza”.
Este viaje me permitió conocer mis límites, conocerme como persona y saber solucionar los problemas desde otra perspectiva. De ahora en adelante, si me siento estresado, tomaré mi moto y manejaré sin rumbo hasta encontrar la calma y descubrir esa paz que solo te la pueden dar las dos ruedas!


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